Para vos ¿Qué es la poesía?

Un amigo me preguntó: ¿Para vos qué es un poema? Yo le dije que un campo bifronte de fuerzas mutuamente creadas. El me dijo que no entendía. Yo le dije que cuando uno escribe un poema, más allá de que quiera o no, hace principalmente dos cosas: inventa una ficción de sí mismo y utiliza la lengua. La ficción de sí mismo es una de las fuerzas de ese campo de fuerza, a la que llamo Voz. La lengua que utilizamos sería esa otra fuerza, a la que llamo Lengua. Cuando él estaba por meter otro bocado yo le puse un freno y le dije pará, que no terminé, porque algo importante para evitar una dicotomía esencialista es entender que la Voz crea a la Lengua y la Lengua crea la Voz.

¿Cómo así? Me dijo mi amigo, olvidándose de aquel bocadillo que yo sagazmente interrumpí.

Yo le dije que claro, cuando uno crea la ficción de sí mismo la hace lingüísticamente, se crea un cuerpo de palabras, en las que se deja depositados deseos, temores, placeres. Pero a la vez, uno no puede utilizar palabras si no hay nada que se esté diciendo. La ficción de sí es “aquello que se está diciendo”, la Voz, una función causa que da origen al movimiento de la lengua.

Mi amigo se quedó callado. Tal vez porque le cerró la idea, tal vez porque no entendió. En ambos casos, me venía al pelo porque nunca jamás fui tan sintético en una idea, lo que me daba miedo, porque podía tratarse en realidad de una evidente falta de desarrollo. No inquirió más al respecto y me saltó con cosas fáciles de responder.

"Si yo escribo un poema que hable, no se, de un árbol ¿Sigue habiendo ficción de mí mismo?"

Obvio, respondí, la ficción de sí no significa que hago un cuentito de quien soy, sino que el simple hecho de usar palabras implica crearte un espacio en el mundo del lenguaje. Crearte a los codazos, obvio, un lugar entre las representaciones de mundo previas a vos.
¿Cómo harías vos un poema de un árbol, ponele? 
Y él sacó una hoja de su bolsillo y garabateó el siguiente texto:

¡Árboles!
¿Habéis sido flechas
caídas del azul?
¿Qué terribles guerreros os lanzaron?
¿Han sido las estrellas?
Vuestras músicas vienen del alma de los pájaros,
de los ojos de Dios,
de la pasión perfecta.
¡Arboles!
¿Conocerán vuestras raíces toscas
mi corazón en tierra?

Lo observé y le pregunté si era suyo o era de Lorca. Él me juró y me recontra juró que era suyo. Le hice caso, y procedí con algunas observaciones. 

En primer lugar, puntualicé, lo que me llama la atención es la variedad española en el verbo “haber”. Después, cuando decías “caídas del azul”, es gracioso que digas “azul” en vez de, no sé, cielo. 

Bueno, pasa que quería que fuera poético ¡Ahí está! Exclamé. Tu idea de cómo la poesía se realiza en la Lengua te lleva a configurar tu Voz con unas u otras palabras, le dije: se crean mutuamente Voz y Lengua. Él sonreía y parecía entender. Pero no me queda claro una cosa: ¿Esto aplica a toda persona en todo lugar en todo momento? Yo, jocoso, le dije que en tanto fuesen humanos usando la lengua, Voz y Lengua iban a actuar como fuerzas dentro del poema que escribieran. 

¿Y qué de la narrativa? inquirió. Yo me quedé con la taza de café a medio llevar a la boca. Qué de qué repregunté con el asa quemándome la falange del dedo índice de la mano derecha. Que si decido escribir un cuento ¿También hay Voz, también hay Lengua? Pensé un segundo y asentí con la cabeza, cerrando los ojos y frunciendo la boca en un gesto entre indeciso y atrevido. Tomé un sorbo y me apuré a decir, con el amargor recién por el duodeno, que no sabía, igual, si aplicaba de la misma forma. De buenas a primeras te digo que sí, pero yo lo pensé nomás para la poesía. Qué vivo barbaro que sos, te inventás categorías pero es para casos ultraespecíficos. Yo me ofendí porque creí que hablar de todas las producciones poéticas en el marco de únicamente dos categorías me convertía en una suerte de Chomsky de la poesía. Todo super económico.

El mozo, un chico cordobés recién venido de capital, se paró frente a la mesa nuestra con la bandeja abrazada contra su panza. Él nos dijo que había estado escuchando la conversación y que, como amante de la poesía, había creído escuchar alguna vez una distinción similar. Yo le expliqué, con toda la soberbia que implica estar cursando Análisis y Crítica II en la Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Rosario, que la categoría de Voz se utiliza de manera abstracta en ciertos análisis o lecturas de poesía, pero que nunca termina de precisarse, con claridad, qué significa. Agrego, agregué, otra categoría que funciona de funtivo con el concepto de Voz: el concepto de Lengua (qué iba a saber de Hjemslev, pobre cordobés) ¿Qué tipo de función hace con el concepto de Voz: determinación, independencia o interdependencia? Lo miré a mi amigo y le dije: miralo al vago como sabe de glosemática. De interdependencia, respondí, y le expliqué todo de lo que ya di cuenta al principio de este ensayo. 
Ah, okey, pero cuando hablas de deseos, placeres y temores ¿Lo decís desde el punto de vista psicoanalítico? ¿El que escribe debe tener miedo cuando escribe para que eso se vea reflejado en la Voz? ¿La Voz se puede decidir o es inconsciente? Bueno, tranquilo, amigo, estás diciendo muchas preguntas juntas ¿La Voz no estaría predeterminada por la Lengua? ¿Entendés la Lengua en distinción al Habla y a su vez al Lenguaje como hace Saussure o incluís todo en la Lengua? ¿Si escribo en otro idioma aplica la misma distinción? ¿Es una sola Voz o, en el estar-siendo del sujeto, en su existencia hecha de devenires, varía la Voz? ¿Qué pasa con la oralidad, eh? ¿El poema a nivel de la escritura nada más? ¿Qué mediaciones existen entre Lengua y Vida? ¿No le estarás choreando a Barthes la distinción entre Estilo, Escritura y Lengua, no? 

Yo ahí me paré, le dejé el doble de lo que salía el desayuno por manotear rápido la billetera y nos fuimos. Son terribles los cordobeses.

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